Quería escribir sobre un tema que como mujer sin hijos me ha afectado: La relación con nuestras amistades femeninas

Quiero poneros en situación.
Me viene a la cabeza una imagen mía asistiendo el parto de una de mis amigas del alma, es el año 2004, no hacía ni un mes que había sufrido mi 2º aborto.
Yo profesional, yo correcta, la “yo” de entonces.
Ser la amiga comadrona que vas acompañar a tu amiga a dar a luz, es un puntazo. Lo digo en serio.
Estaba muy ilusionada compartiendo el embarazo de mi amiga. Cada mes hacíamos una foto para ver como progresaba su barriga.

Cosí retal a retal una mantita de Patchwork para la peque.

En aquella época aún creía que llegaría mi turno algún día.

Eso te une mucho, es uno de los privilegios de ser comadrona, estás en un momento mágico de la vida de las personas.

Me vienen más tarde a la memoria flashes de visitas esporádicas, de tarde en tarde.
Manteniendo el contacto, haciendo por vernos, sorteando dificultades.

No es fácil para nosotras las NoMo mantener la amistad con las amigas que son madres.

Hay momentos difíciles para nosotras, algunos relacionados con pérdidas gestacionales recientes, tratamientos fallidos, periodos sin pareja..
Tener contacto con bebés, niños y embarazadas puede ser muy difícil entonces.

A veces existen sentimientos de envidia, de tristeza, frustración, y rabia que se resumen todos en una sola palabra: Dolor
Y que ante ese pesar, adoptamos conductas de evitación, dejamos de acudir a fiestas de cumpleaños, no vamos a conocer a los bebés…
Nos protegemos.

Tener esas emociones tan mezquinas nos lleva a tener problemas de autoestima y en periodos de máximo dolor, a sentirnos monstruosas.

Y si, entraña un distanciamiento.

Superada esta primera fase podemos estar tristes porque nuestras amigas tienen un cambio de prioridades en sus vidas, e intereses distintos a los nuestros.
Las cosas ya no son como antes.

Yo he sentido esa tristeza, mi amiga parece haberse mudado al país llamado Maternidad, al que nunca voy a viajar, y que ni siquiera hablo el idioma.

A veces con ella es imposible seguir una conversación sin interrupciones, y sin perder el hilo de lo que se explica.
¡Así es la vida!

Las madres casi nunca nos cuentan sus dificultades en la crianza, sus cansancios, sus situaciones a punto de perder los nervios. Quizás por no quejarse delante de nosotras y avivar el pesar que nosotras arrastramos.
Pero somos hijas, y sabemos lo que a veces ocurre.

A las madres les es más cómodo hablar entre ellas, con las nuevas amigas conocidas en la puerta de la escuela, de temas “seguros” como son las criaturas.
No es fácil empatizar con nosotras y nuestro dolor por la falta de hijos.

Tampoco tienen tiempo para escuchar nuestras quejas, nuestra soledad existencial, que nos sentimos fuera de la cultura imperante, aburridas de preocuparnos solo de nuestras necesidades.
Bastante tienen con cuadrar horarios, comidas, compras, y lo laboral.

La vida de las madres en esta sociedad patriarcal no es fácil tampoco, pero no deberían olvidar a la mujer que llevan dentro ni dejar que la faceta madre acapare todo el territorio.
Hay supermadres que nos hablan desde la superioridad moral, descartando toda nuestra experiencia vital  por el hecho de no ser madre.
Frases como: Qué sabrás tú de la vida si no tienes hijos, y otras perlas nos hieren profundamente.

Aceptar que nuestras amigas puedan explayarse con otras madres y que nosotras deberíamos hacer lo mismo entre iguales, con personas que nos comprendan y normalicen nuestros sentimientos, con las que profundizar en aspectos de nuestra inesperada vida.

Compartir las vivencias que tenemos como mujeres sin hijos, en la sociedad pronatalista en la que nos ha tocado vivir.

Aunque nosotras lo tenemos un poco más difícil, no tenemos puertas de escuela donde socializar, no hay lugares naturales de reunión social para mujeres sin hijos.

Por eso es tan importante encontrar nuestra tribu, hablar de lo que nos ha pasado, y a través de ese diálogo sanar nuestro ser.
Si queremos que nuestras viejas amistades sobrevivan a esta nuestra realidad, hay que llegar a un acuerdo, a una aceptación con nuestra no maternidad.
No hay que descartarlas, pero necesitamos nuestra tribu para sanar y La vida sin hijos puede ser esa tribu!!

Mi amiga y yo el año 2017 celebramos nuestros 25 años de amistad con un viaje a Inglaterra.
Pudimos reencontrarnos y renovar los votos de amistad.

Con la adolescencia de sus retoños ellas también alcanzan cuotas de independencia.
Ellas tampoco quieren perdernos!!!

Dicen que se necesita un pueblo para criar a un hijo. Y se necesita una tribu para curar a una mujer sin hijos, y Lavidasinhijos.com puede ser esa tribu!!

Salud

Gloria labay

 

 

Inspirado en un texto de Jody Day:

Mind the Gap! Friendships & childlessness

 

Lavidasinhijos.com ofrece soporte y recursos presenciales y online

• Talleres online en grupo mensuales

• Una web-blog, con todos los recursos que me han ayudado en mi viaje hacia la recuperación. https://lavidasinhijos.com/mundillo/
• Un grupo de ayuda mutua con encuentros mensuales en Barcelona y Madrid.      https://lavidasinhijos.com/encuentros/
• Una página en Facebook https://www.facebook.com/lavidasinhijos/
• Un grupo cerrado online https://www.facebook.com/groups/632404733758486/ donde de forma anónima para el resto de tus contactos, poder hablar en privado con mujeres en tránsito, soltando el sueño de la maternidad.