Es fácil que hayas escuchado alguna vez en tu entorno más cercano esta frase tan desafortunada.

Además de la desazón que provoca en nosotros este tipo de comentarios, demuestra lo poco que se conoce del periplo por el que pasamos las personas que nos enfrentamos a la infertilidad.

Me pregunta una amiga como se debe relacionar con una persona cercana que esté pasando por problemas para concebir.

Osea con nosotras.

Difícil cuestión al tratarse de un tema tabú en nuestra sociedad.

De antemano tenemos que aceptar que estamos hablando de un duelo.

¿Y que es un duelo?

Un duelo es un proceso emocional y psicológico que nos permite hacer frente a una pérdida.

Hay más definiciones, ahí va otra:

Proceso de reestructuración de la personalidad que tiene lugar cuando se pierde algo que es significativo para el sujeto.

En nuestro caso es la pérdida de la fertilidad, pero no solo eso, sino la vida entera que habíamos proyectado al imaginarnos madres, padres…

El alcance de la pérdida es profundo

Nunca vamos a crear nuestra propia familia, nunca vamos a ver crecer a nuestros hijos, nunca vamos a ser abuel@s, no vamos a dar el regalo de los nietos a nuestros padres, nunca vamos a dar hijos a nuestras parejas…

Si pensamos en todo esto a la vez, casi es insoportable el nivel de dolor que experimentamos.

Sorprende que aún nos mantengamos en pie !!!

Y toda esta pérdida es invisible para la sociedad, y a veces hasta para nosotras mismas.

Normalmente el entorno piensa que si no se toca el tema, será mejor. Que así se evita el sufrimiento.

Hay desconocimiento sobre como darnos apoyo.

Algunas personas cercanas no se comunican porque no saben que decir, tienen miedo de herir sentimientos.

Las personas sin hijos tenemos también que comprender que a las personas que ya los tienen, que  para empatizar con nosotras se deben poner en nuestro lugar, e imaginarse sin hijos una vez que ya los tienen, significa negarlos y eso es casi como pensar que los han perdido y eso para cualquier padre o madre es lo peor de lo peor.

Ante la falta de competencia sobre el tema, los demás intentan pasar de puntillas, nunca preguntar ni interesarse por miedo a abrir la caja de los truenos.

¿Y como pedir a los otros que nos comprendan cuando en ocasiones ni nosotras mismas sabemos que estamos pasando un duelo?

Estamos tristes, rabiosas, desmotivadas…
Buscamos fórmulas para mitigar el dolor: Comemos demasiado, bebemos en exceso, somos adictas al trabajo o nos quedamos recluidas en casa.

Y eso puede durar mucho tiempo, porque no sabemos que todos esos sentimientos y emociones son etapas normales en el proceso de duelo, y que no hay curas ni atajos para el reducir el dolor.

Es un camino que hay que transitar.
Lo único que en nuestro caso es un duelo desautorizado.

En la mayoría de culturas hay rituales para transitar la pena, léase entierros, funerales.
Sirven para aceptar que lo muerto está muerto, y a la vez autorizar la expresión pública de dolor.

Los seres humanos necesitamos ritos para encauzar nuestra vida, que marquen pautas, que nos den un espacio y un tiempo para soltar emociones que nos ayuden a asimilar lo ocurrido, para diferenciar una etapa de otra.
Necesitamos contar lo que nos ha pasado y comprobar que otras han pasado por situaciones parecidas.
Eso nos tranquiliza, nos hace pensar que formamos parte de la tribu.

Eso es lo que nos falta a las involuntarias personas sin hijos.

Cuando en la sociedad no existe consciencia de nuestra pérdida, ninguno de esos rituales se lleva a cabo, lo que puede propiciar un duelo complicado, ya que el apoyo social es inexistente, se niegan los sentimientos, no hay espacio ni tiempo para el reconocimiento de la pérdida.
No hay consuelo ni apoyo emocional dentro de tu círculo cercano.
Esto es demoledor para la persona que se siente de luto en su interior. Por lo cual tendemos a ocultarlo, a vivirlo en soledad e incluso con vergüenza.

Por eso no pasamos página, queda ahí clavado, no llegamos nunca o con mucho retraso a la fase del duelo donde aceptamos la pérdida y asumimos que no seremos madres ni padres y que seguiremos viviendo en paz nuestra vida.

Debemos tener mucha compasión con nosotras mismas, porque esto es para siempre.

 

Y volviendo a la pregunta de mi amiga ahí van unas cuantas recomendaciones:

Se valiente, ten una conversación honesta. Habla abiertamente con la persona que sospechas que está sufriendo por su falta de hijos. Pregúntale que puedes hacer para que se sienta cómoda, ¿como puedes apoyarla mejor?

No hagas suposiciones. A veces hay la creencia que si se implican con las criaturas de los demás, eso mitigará la pena. Depende del momento en el que una esté. Quizás si estás en los primeros meses de tu duelo no puedes soportar ver niños y niñas a tu alrededor, ya que son causa de más aflicción.

-A veces sin presionar, es bueno dejar saber que se está abierta a la idea de dejar pasar tiempo con los niños y dar la oportunidad de ser la Tía guay o el Tío Molón.

Pero sobretodo intenta tener antes una conversación sobre el tema, eso hace una gran diferencia.

Las personas sin hijos apreciamos cuando la gente quiere pasar tiempo de calidad con nosotras, e interesarse por nuestros asuntos.

Recuerda que hacer un trabajo de duelo sana.
Y lo que ayer fue una herida en carne viva, hoy es una cicatriz.

Una cicatriz que siempre estará, pero con la cual se puede vivir, crecer y volver a amar tu vida.

Salud

Gloria labay

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Bibliografia:
-M. Álvarez, A.Claramunt, L.G.Carrascosa, C.Silvente. 2012 Las voces olvidadas, Madrid. Editorial Ob Stare
-Jody Day. 2013 Living the life Unexpected. London. Editorial Bluebird Books for life