Iba a cumplir 35 años, tenía ya 5 años de casada y pensé que era el momento de comenzar a pensar en formar una familia.
Sabía que mi esposo había tenido una operación de niño en uno de los testículos, al parecer uno que no había descendido bien.
En una revisión con mi ginecóloga, le comenté que llevábamos unos 4 meses intentando buscar bebé, y aunque sabía que llevábamos poco tiempo, le comenté la operación de mi esposo. Hizo una mueca pero me dijo que muchas veces los hombres pueden tener hijos sin problemas aún con esta operación.
Aun así, envío a mi esposo a hacerse un espermiograma.
El resultado de éste no fue nada bueno, no habían podido llegar a una conclusión porque no habían encontrado ningún espermatozoide.
Le mandaron a hacer un segundo estudio y hubo el mismo problema. Sin perder más tiempo nos envió a una clínica de fertilidad donde comenzó un camino de estudios, mucho estrés y miedo.
La conclusión fue que yo no tenía problemas para procrear pero mi esposo sí. En un tercer espermograma sus resultados siguieron siendo malos, recuerdo que la conclusión de este tercer estudio fue “solo se mostraron 4 espermatozoides, de los cuales 3 son inmovibles y 1 con movimiento lento”. Nos propusieron hacer una biopsia testicular para revisar que hubieran espermatozoides candidatos a una ICSI y si no funcionaba que pensáramos en donación de esperma.
Aún recuerdo salir de la consulta como en cámara lenta, pensaba que eso no podía estarme pasando. Mi esposo estaba en shock, ya que si bien yo quería tener hijos, él estaba ansioso por ser papá.
Buscamos mucha información en internet sobre esta técnica, leí muchos artículos en los que hablaban que los niños nacidos por esta técnica o por FIV pueden presentar problemas de salud posteriores y muchas otras cosas que no nos dieron confianza.
Fue muy triste ver a mi esposo llorar todo el tiempo. Verlo a veces reír por algo y de pronto cambiar su rostro y comenzar de nuevo a llorar inconsolablemente.
Nos tomamos nuestro tiempo para reflexionar, para investigar y al final decidimos no experimentar con mi cuerpo, ni con un bebé. No sabíamos si hubiera sido posible llegar a un embarazo a término, si el bebé nacería bien, (ya que toman un espermatozoide que quizá no está maduro genéticamente).
Tuvimos también que vivir nuestro duelo, ya que si bien nunca estuve embarazada, en mi mente imaginé muchas veces a mi bebé. Ya habíamos pensado en nombres si era niño o niña. Pensé en las vacaciones que haríamos juntos y simplemente imaginarlo en mi mente.
Hoy en día, tengo 41 años, y creo que este tema me ha pegado más últimamente, quizá porque muchas amigas ya tienen hijos, porque otros aún nos preguntaban “¿Y ustedes para cuándo?”. Porque a pesar de llevar 10 años casados, la sociedad no nos considera una familia porque no hay hijos.
Es difícil ver una tristeza en los ojos de mi esposo cuando sus amigos hablan de sus hijos, cuando me mira y me pide perdón por no poderme dar una familia. Y aunque me duele no tener un bebé suyo, no le reclamo nada, porque es un hombre maravilloso a quien amo infinitamente.
La infertilidad masculina aún es un tabú, siempre que una pareja no tiene hijos se piensa que es la mujer que no puede tener pero muchas veces son ellos los que sufren en silencio y llevan toda la carga de esta situación.
Gracias a todas por compartir y abrir su corazón.
Isset
Isset:
Qué profundo amor transmites en tus palabras, amor a tu esposo, amor y lealtad a tu relación de pareja, amor y respeto a un bebé al que no quieres arriesgar en su salud desde su concepción; pero sobre todo admiro el amor que por tí misma sientes y se percibe. Gracias por tu entereza, por tu ética humana y por entregar tu experiencia para bien de muchas mujeres que te leerán y se confortarán al darse cuenta que abandonar este camino no es rendirse y conformarse sino comenzar a caminar hacia la paz emocional y el amor y aceptación de sí mismo como mujeres valiosas con mucho amor que entregar al mundo.
Hola Isset, me ha parecido un hermoso acto de amor hacia tu esposo, realmente para los hombres también hay duelos, dolor, sensación de insuficiencia, depresión etc… sin embargo eso no le quita la capacidad de amar y se sembrar luz que ambos tienen, creo que aún tienen muchas posibilidades para juntos utilizar su fertilidad más allá de la procreación de un ser humano. Gracias por tan bello aprendizaje.
Isset:
Espero en algún momento llegar a esta etapa en la que estas, yo estoy iniciando mi proceso de duelo por que estoy tomando la decisión de no hacerme una FIV y durante años tuve este sueño, imagine como sería y lo planee pero las cosas salieron diferentes. Me siento cansada de este proceso y de la espera mes a mes de un positivo y sentir un vacío y tristeza cuando me llega el periodo. Creo que enfrentarme a esta realidad es lo que me da más miedo pero espero en algún momento verlo como un proceso de experiencia.
Cuanta fuerza tenéis, que duro es todo esto, justamente hoy nos dieron el resultado a mi mujer y a mi, beta negativa, después de 2 años luchando, sufriendo, desgastando nuestras vidas, vaciando y llenando de ilusión nuestros corazones. Tienes mucha razón, que poco se habla de la infertilidad del hombre, en mi caso mi mujer está perfecta, yo tengo el problema y hoy solo quiero morirme, estamos destrozados, esa sensación de no poder darle a la persona que más quiero su mayor deseo, algo tan fácil y a la vez tan difícil, un sentimiento de culpabilidad golpea mi cabeza sin parar, quizás cuente nuestra historia, acabo de conocer este blog. Ánimo.