Sólo recuerdo un breve espacio de tiempo en el que no quería ser madre:

Cuando nos explicaron en el cole los sistemas reproductores masculino y femenino me mareé, y no se si me desmayé. A parte soy aprensiva desde siempre, a la sangre, a las agujas y a los médicos.

Pasada la época escolar, ya pensaba que sería madre a los 25 y que tendría más de un hijo, que uno sólo no.

Soy hija única.

Cuando me acercaba a esa edad, me sentía demasiado joven, con toda una vida por delante para disfrutar.

Después terminar la carrera, trabajar y casarse; retrasaron el plan.

Acabé marcando los 35 cómo una buena edad pero la realidad fue otra.

Hace más de 10 años y con otra pareja, pasado un tiempo razonable para ver que por medios naturales no me quedaba embarazada,  empecé con inducción de la ovulación y relaciones sexuales programadas.

Al segundo o tercer ciclo, quedé embarazada pero desafortunadamente sufrí un aborto espontáneo.

Que triste sensación recuerdo de estar en la sala de espera, con embarazadas, para esta cita médica.

De esta experiencia, y como me dijo uno de los ginecólogos, «la parte positiva es que sabemos que te puedes quedar embarazada». Y otra afirmación a la que aún me aferraba «¡serás madre!».

Por otro lado, aquí empezaron las famosas frases de: «eso no es nada», «es muy normal», «algo no estaría bien, mejor así»… y ahí ya a continuar asimilando como puedas.

Tras el duelo oportuno, en un par de años; pasamos a inseminación artificial: Tres ciclos y medio.

Con la cuarta en marcha, me encuentro con una situación increíble de divorcio.

Dos de las frases fatales de esta etapa: «puedes seguir el ciclo con la inseminación artificial con donante» y «encontrarás otro y te quedarás embarazada enseguida».

Y yo sólo quería morirme.

Tras el terrible doble duelo, La Vida me ha recompensado, ya que me ha regalado una historia de amor de película, el reencuentro con un amor de juventud.

Este amor también sin éxito en tener hijos y entrados en años, apostamos por dejarnos aconsejar: Fecundación in vitro.

Lo único claro que decidimos previamente, es que no lo haríamos si se necesitaba donación.

Parece que solo me fallaba la forma del útero, había que realizar una histeroscopia.

De la punción se obtuvieron 5 óvulos, de los que fecundaron 4 y finalmente quedó 1 único embrión, de muchísima calidad.

A continuación 2 histeroscopias, con todo el tema Covid-19, y finalizar el ciclo para la fecundación in vitro de cuya transferencia no resultó el deseado embarazo.

Hace escasas semanas de este resultado, no hay embriones a transferir y ahora nos aconsejan la ovodonación.

No vamos a continuar, no entra en nuestros planes.

Qué difícil. No tengo energía.

Muy poca gente sabe que estábamos en tratamiento y contarlo nos ayudaría pero no me veo capaz.

También está el tema de dar pena. Y por otro lado, no veo necesario dar esta triste noticia y hacer sufrir, a mis padres por ejemplo, que igual ya tenían asimilado que no van a ser abuelos y ni imaginan que aún estábamos intentándolo.

A nivel pareja tampoco nos encontramos en el mismo momento, él me comentaba que aún tiene una ilusión de que se produzca un milagro «¿por qué no? ¡se supone que estamos bien! «; y se sorprendía de mi decisión de entrar en este grupo.

Supongo que tendremos que asimilarlo y no puedo negar que me asusta cualquier desenlace.

Tenemos 44 años y quiero, necesito o no se como decirlo, ir soltando este sueño de ser madre.

Gracias

M.