Yo también quise ser madre.

Decirlo en voz alta, no deja de ser una frase atrevida. ¿O quizás temeraria?

Voy a entrar de lleno en la vulnerabilidad.

Ahora los demás saben que tuve este anhelo y que no lo conseguí.

Ajá, eres vulnerable!!  ¿No lo sabías? ¿Intentabas ocultárselo al mundo?

Me pregunto ¿por qué, este deseo no cumplido lleva tanto estigma asociado?

No es solo el dolor que tú puedas arrastrar, es que también huyes de ser encasillada como la pobrecita. No me gusta esa etiqueta permanente.

Lo último que quieres ahora es dar pena.

Las demás lo consiguieron, incluso las que nunca se manifestaron abiertamente.

La envidia. Categorías entre mujeres. Las madres y las demás…

La vergüenza, de no haberlo conseguido. El sentirte inferior.

!Vergüenza! ¿de dónde sales? Hueles a rancio, a patriarcado, a destino como hembra.

La soledad, la falta de empatía social ante tu pérdida. ¿Pérdida? ¿Qué perdida?

¡Escuchar!!

Perdí la vida que soñé que tendría, la que fue alimentada desde todos los rincones de mi infancia, el destino que vi en todas las mujeres de mi familia, en los anuncios, en los libros, en la presión social que me susurraba: Se te pasa el arroz…

 

Tal vez la influencia social, nos lleva a desear cosas que quizás no hubiéramos decidido libremente.

Tiempo para pensar.

Observas a las mujeres que han elegido no ser madres, ellas también sufren presión social por sus decisiones. Luego el misterio de los hombres; parece que resuelven mejor este duelo por la no paternidad. ¿Cómo lo hacen?

La aceptación, es como la Anunciación pero a la inversa. El momento que sabes que eso no va a ser para ti.

Llega el dolor, la pena.

La incertidumbre ¿Y ahora qué? Nadie me había preparado para esto.

Sigues adelante, porque la vida no se para, ni por ti, ni por nadie.

Querías ser normal, pero te sientes diferente, la rara, la que no encaja.

Tu grupo de amistades se difumina entre quehaceres parentales.

Tienes una vasija de amor intacta, sin abrir: el legado de amor que habías depositado en ese sueño, y cuando se trunca…

No sabes muy bien cómo gestionarlo.

Si lo manifiestas te expones a las cantinelas de siempre, si no dices nada, es una travesía por el desierto en solitario.

Apartarse para cuidarse, para reorganizarte, para protegerse.

¿Y luego?
Luego te reconstruyes. Estar contigo da sus frutos. No es un proceso rápido, lleva su tiempo salir de la cueva.

Salir a la luz, en territorio hostil ¿Dónde está mi tribu?

No, que no hay tribu. Todas están tan abatidas, tan avergonzadas, tan dolidas, tan desorientadas como tú.

Pues habrá que crearla ¿no?

Hola tribu, hola otras historias, hola otras vidas, hola iguales sentimientos.

¡Empatía por fin!

Así fue: #YoTambienQuiseSerMadre, ni más ni menos.
Soy más que mis batallas perdidas.
Soy transformación, soy una mujer, soy un ser humano sin etiquetes.

Este domingo muchas mujeres sentirán una punzada de dolor. Sin más.

No te aferres.

Honremos también esa parte que fuimos un día.

Sobrevivirás, ahora te tienes a ti y al calor de tu tribu

¡Que pases un buen día!

Salud

Gloria Labay

 

Foto de Danilo Rios en Unsplash

 

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